Fina Canals y Victòria Arija
Investigadoras del grupo de investigación en Nutrición y Salud Mental de la URV (Nutrisam)
La estructura arquitectónica de los castells necesita a personas con diferentes características físicas. Para mejorar el rendimiento y la salud de los castellers se han incorporado a varios colles programas formativos o de entrenamiento que les permitan afrontar con más éxito la elevada exigencia que se marcan. Sin embargo, en las buenas prácticas de prevención y seguridad no siempre se tiene en cuenta que las características físicas o el perfeccionismo, necesarios en la construcción de los castells, pueden ser variables que lleguen a desestabilizar emocionalmente a algunos de sus componentes.
Los aspectos sociales y psicológicos que comporta hacer castells son muy positivos: favorecen la sociabilidad, la capacidad de esfuerzo, la empatía, la satisfacción personal y, en general, el bienestar emocional. Así pues, ¿cómo es que en los últimos años se ha empezado a hablar de que en las colles, las castelleras jóvenes pueden ser un grupo con riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria?
En los trastornos del comportamiento alimentario las creencias negativas sobre la forma del cuerpo y el peso corporal se acompañan de conductas relacionadas con la comida -que incluyen tanto la restricción de la ingesta como el atracón-, con el exceso de ejercicio físico o con otros comportamientos como la provocación del vómito. Tras esta desvalorización corporal se esconden factores como una baja autoestima, una alta sensibilidad social o mucha autoexigencia. Estas alteraciones se presentan generalmente en adolescentes y adultos jóvenes y mucho más frecuentemente en el género femenino. Estas condiciones, que paradójicamente comienzan con cambios "voluntarios" en el comportamiento, pueden llegar a ser graves, provocar complicaciones físicas y mentales y afectar a la calidad de vida.
Los principales trastornos de conducta alimentaria son la anorexia nerviosa, la bulimia y el trastorno por atracón, y se calcula que entre el 5,5% y el 18% de mujeres jóvenes del mundo se han visto afectadas, cifra que se ha incrementado en el período post-covid. Los datos del trabajo "Castells y trastornos de la conducta alimentaria: estudio de las características de los castells pueden influir en el desarrollo de un TCA y análisis de la incidencia de TCA y comportamiento asociado en castelleras jóvenes", de Mar Solé Amenós, ganadora del V Premio CEPAC, ponen de manifiesto la fuerza que tienen los castells en la vida social y personal de las chicas.
En este entorno es importante la constitución física y el peso en relación con la contribución que cada uno tiene en el castell. En el caso de las chicas, la percepción de la imagen corporal puede estar influida por esta identidad castellera y poner en su pensamiento la duda de si tienen el peso adecuado para ocupar la posición que les piden.
Por ejemplo, en los pisos superiores del tronco del casetll es importante estar delgado, ser ágil y tener fuerza; por eso los ocupan mayoritariamente chicas adolescentes, cuyo cuerpo se encuentra en una etapa de cambios y desarrollo. Por tanto, la interiorización de la importancia del peso y de la preparación física puede comportar miedo a aumentar de peso y adquirir unos hábitos en la comida y en la actividad que pueden ser el inicio del trastorno.
Aquí se puede añadir el hecho de que el uso de pantalón elástico blanco ajustado pone en evidencia una imagen corporal, a veces no deseada, en relación con lo que marcan las influencias sociales. Independientemente del grupo de mayor riesgo, que son las chicas adolescentes, la necesidad de tener una determinada composición corporal y fuerza en los componentes de la piña podría comportar en hombres jóvenes más riesgo de otro problema de salud mental, la vigorexia. En este caso existe una obsesión por obtener más masa muscular que se manifiesta con una práctica excesiva de ejercicio físico y también cambios en la alimentación. Por el momento no tenemos datos de afectación en el mundo casteller.
A pesar de que hemos hablado de los trastornos como condiciones de salud mental que pueden afectar a algunos componentes del entorno casteller, la evidencia publicada por Mar Solé Amenós, estudiante del máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad de Girona, no confirma un mayor riesgo entre las chicas castelleras respecto a las no castelleras. Sin embargo, los factores llamados hacen que tengamos presente que deben vigilarse algunos aspectos para prevenir los problemas alimentarios y de salud. Estos puntos tienen que ver con ofrecer en este entorno de jóvenes un modelo saludable de alimentación y no referenciar el peso como una condición ligada a la identidad del castell.
Como defiende Jordi Juanico, casteller y educador que trabaja en la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital San Juan de Déu de Barcelona, deben fomentarse todo tipo de actividades de jóvenes en el grupo para que las chicas que dejen de subir porque han crecido y ya pesan demasiado no sientan que no valen para nada y sigan sintiendo que son parte del grupo. Si un cap de colla o técnico de niños detecta que algún menor tiene cambios en el patrón alimentario, exceso de ejercicio y preocupaciones por el peso, debe avisar a sus padres o tutores.
Por otra parte, no haría falta que la ropa de las niñas de los pisos superiores sea específicamente diferenciada con pantalones ajustados, sino que se favorezca la comodidad en todas las posiciones del castell.
La identidad de cada persona que participa en el castell debe adaptarse al cambio de su evolución corporal y todo el mundo debe crecer en valores positivos, tal y como hace la construcción del castell. Hacer castells debe mantenerse como una actividad que promueva el bienestar emocional y al mismo tiempo debe ser un valor social y cultural.