Marta Calull
Investigadora del Departamento de Química Analítica y Química Orgànica de la URV.
Los castells representan valores como la colaboración, el esfuerzo, la perseverancia, el sacrificio, la superación o la solidaridad, generando sensaciones, emociones y sentimientos.
Las sensaciones nos ponen en contacto con todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Son impresiones que los estímulos externos producen en nuestra conciencia y recogen alguno de nuestros sentidos. Además de las sensaciones externas que recibimos, también tenemos sensaciones internas, que nos aportan información de cómo nos encontramos. Todas estas sensaciones producen un sentimiento que nos genera una emoción. Los sentimientos se definen como respuesta fisiológica a la emoción que hemos recibido. En definitiva, son la forma en que le interpretamos estas emociones.
Muchas veces se tiende a pensar que la química sólo existe en los materiales o en diferentes procesos externos, pero encontramos una gran cantidad de reacciones y procesos químicos que se producen en el interior del cuerpo humano: desde las reacciones cognitivas al cerebro hasta a la obtención de energía. Algunos de estos procesos son los que conocemos como sensaciones, emociones y sentimientos, sin los cuales no existen los castells.
Mientras se levanta un castell, el grupo experimenta una gran cantidad de emociones y sensaciones. Por ejemplo, las personas que están en la piña no deben mirar nunca el castell por una cuestión de seguridad, pero lo notan y lo sienten. Perciben si tiene más movimiento por un lado u otro o notan su temblor, lo que conlleva que reaccionen haciendo más fuerza de uno u otro lado. Son sensaciones de tacto u oído que se traducen en información cerebral que llega conducida por neurotransmisores, y esto es pura química.
Entre los neurotransmisores más conocidos se encuentran la adrenalina, la noradrenalina, la dopamina y la serotonina.
Adrenalina |
Noradrenalina |
Dopamina |
Serotonina |
La adrenalina, "la sustancia de la activación", es la hormona y el neurotransmisor de las situaciones en las que debemos estar alerta y activados, tanto física como psicológicamente. Desencadena mecanismos de supervivencia que se ponen en marcha en situaciones de emergencia, como aquellas en las que se percibe peligro o que debe reaccionarse rápidamente.
Ante un estímulo estresante, la adrenalina nos proporciona un impulso rápido, aumenta la energía y así podemos escapar del peligro. La respiración, el pulso y la frecuencia cardíaca se aceleran para que nuestros músculos respondan más rápidamente a la situación. Las pupilas se dilatan, la sangre circula a mayor velocidad y se aleja del aparato digestivo para evitar vómitos. Por lo general, todo el cuerpo se prepara para reaccionar rápidamente ante ciertos estímulos, de modo que no actúe siguiendo unos ritmos demasiado lentos.
En los castells, cuando suenan grallas, la adrenalina se activa, ya que el casteller experimenta una serie de cambios fisiológicos causados por el estrés, cuya función es preparar el cuerpo para el esfuerzo físico y mental que vendrá. Cuando una persona se encuentra en una situación peligrosa, el hipotálamo, que está situado en el cerebro, ordena a las glándulas suprarrenales que liberan las hormonas del estrés hacia el sistema circulatorio. Hace dilatar los conductos aéreos para tomar más oxígeno y aumenta la frecuencia cardíaca y la presión de la sangre para que el corazón lata más rápido y fuerte. Gracias a ello, los músculos y el cerebro reciben la sangre suficiente que les traerá oxígeno, glucosa y ácidos grasos para funcionar.
La respuesta del cuerpo se produce en cuestión de segundos con una reacción física potente de forma instantánea. Se aumenta mucho la fuerza, en una acción conocida popularmente como "subida de adrenalina".
La adrenalina y el cortisol son hormonas asociadas al estrés y preparan al organismo en los momentos de mayor activación cuando es necesario estar alerta. En situaciones de estrés, al aumentar el nivel de cortisol, se incrementa la cantidad de azúcar en la sangre y también se suprime el sistema inmunológico para ahorrar energía y ayudar a metabolizar las grasas, las proteínas y los carbohidratos. Esto es muy apropiado para un momento puntual pero no cuando la situación estresante forma parte de nuestro día a día. La liberación de azúcar en sangre tiene la función de mantener un nivel de energía apropiado para responder eficazmente ante la situación de estrés y nos permite estar alerta. La adrenalina del cerebro envía la señal para que se libere la glucosa en la sangre, pero el cortisol contribuye a su síntesis y utilización de las grasas y proteínas como sustratos energéticos.
La noradrenalina tiene una implicación especial en el mantenimiento de la atención, activa la excitación en la corteza cerebral y este hecho facilita la vigilancia del entorno. Así, el cerebro es capaz de seleccionar información relevante y separarla de la irrelevante para mejorar el rendimiento a la hora de realizar tareas orientadas a un objetivo.
Este neurotransmisor interviene en la forma en que experimentamos nuestra conciencia y subjetividad, pero también en otros aspectos objetivos como la manera de gestionar nuestra atención y, por tanto, de qué manera rendimos a la hora de hacer castells. Ambos procesos están relacionados, ya que no puede haber gestión de la atención si no existe conciencia. Así, cuando un castell no va bien y tiene peligro de caer, se libera a la noradrenalina, que refuerza la atención ante una situación de riesgo.
La participación de la noradrenalina no se limita a transmitir mensajes cerebrales, sino que también presenta un efecto en los músculos cardíacos. Concretamente actúa aumentando la frecuencia cardíaca y el tono vascular, lo que produce un incremento de la presión sanguínea. Ésta es una de las maneras en que la noradrenalina ejerce una función sobre nuestro cuerpo a través del sistema nervioso autónomo, encargado de llevar a cabo las actividades automáticas vinculadas a la supervivencia en tiempo real.
Así pues, la noradrenalina tiene un efecto en el estado motivacional y energético, participando activamente junto con la dopamina en la regulación del aprendizaje, la memoria y la sensación de recompensa.
La dopamina suele estar asociada a la obtención de placer. Por ejemplo, cuando se descarga un castell se segrega este neurotransmisor y acentúa nuestra alegría ante el objetivo conseguido. Niveles altos mejoran la motivación y buen humor. Niveles bajos producen desmotivación e indecisión. También está involucrada en la coordinación de ciertos movimientos musculares y en los procesos cognitivos de aprendizaje, e incluso se ha visto que tiene un papel importante en la toma de decisiones. Además, está relacionada con el gusto por las emociones fuertes, ya que la mayor presencia de dopamina en ciertas regiones cerebrales en personas adolescentes hace que sean demasiado optimistas con sus expectativas y asuman riesgos demasiado altos. Estos aspectos son fundamentales a la hora de levantar un castell.
La dopamina nos motiva a ser competitivos, a defendernos de un peligro y alcanzar un hito. Una de sus funciones es gestionar el sistema de recompensa del cerebro. Esto significa que cuando realizamos acciones que nuestro cuerpo valora como beneficiosas, se libera dopamina. Se crea entonces una sensación subjetiva de placer que nos lleva a repetir estas conductas.
La serotonina se puede encontrar en grandes cantidades en muchas partes de nuestro cuerpo y, por tanto, un desequilibrio general en la producción de esta sustancia puede tener efectos drásticos sobre diferentes factores que afectan a nuestra manera de sentir y comportarnos. Sirve también para estabilizar el estado emocional del ser humano ante situaciones de tensión y, junto a otros neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, participa en los mecanismos que rigen la ansiedad y el miedo, entre otros.
En el mundo casteller, la serotonina incide especialmente antes de las actuaciones. Actúa estabilizando nuestro estado emocional frente al reto de levantar un castell y nos aporta seguridad para encararlo.