Albert Samper
Investigador de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la URV. Responsable del Área de Expresión Gráfica Arquitectónica.
Las catedrales góticas marcaron un punto de inflexión en la historia de la arquitectura desde un punto de vista técnico, estructural y estético. El perfeccionamiento de los procesos constructivos ofreció la posibilidad de levantar grandes edificaciones con un valor compositivo nunca visto hasta el momento. Durante los siglos XIII-XVI, la lógica, la experiencia y la habilidad de los maestros constructores comportaron que las catedrales fueran claramente las edificaciones más importantes del territorio. Esta singularidad provocó que se convirtieran en el epicentro del conocimiento y encuentro de miles de peregrinos de toda Europa.
Claramente, los castells mantienen la esencia de estas construcciones: los caps de colla tienen un paralelismo con la determinación de los maestros de obra y el público, con el espíritu de los peregrinos. Quizás la única diferencia entre las catedrales y los castells sería el hecho de que las catedrales se «cargaron» y los castells siempre se «descargan».
Desde una mirada especializada, los castells mantienen ciertas analogías en varios elementos arquitectónicos:
Los arbotantes y contrafuertes
Figura 1
Los arbotantes son unos elementos estructurales con forma de medio arco que transmiten el empuje horizontal de las bóvedas de una catedral sobre los contrafuertes o estribos del edificio para conducir las fuerzas hacia el suelo. En la pinya, en el folre o en las manilles de un castell encontramos castellers que hacen exactamente lo mismo que los arbotantes. Con el soporte arqueado de los brazos, descargan los empujones horizontales y las tensiones hacia el nivel inferior. A continuación, se muestran un par de imágenes (figura 1) en las que se puede observar este paralelismo.
Las estructuras recíprocas
Figura 2
El Códice Atlántico es un conjunto de doce volúmenes integrados por cientos de dibujos y escritos de Leonardo da Vinci. Podemos encontrar el diseño de dos cúpulas construidas sin utilizar ningún elemento de unión y siguiendo dos patrones geométricos. Este tipo de estructuras se llaman autoportantes o recíprocas, porque cada una de las piezas colabora estructuralmente con las que tiene al lado recibiendo y repartiendo las tensiones de todo el conjunto. En los castells (figura 2), encontramos determinado este concepto de reciprocidad. Todos los castellers actúan como esa pieza tipo que diseñó Da Vinci, aguantando y repartiendo las tensiones. Cada una de las piezas actúan por igual y todas son igual de importantes.
La geometría
Figura 3
La geometría participa en todas las áreas del conocimiento. En la arquitectura, como también ocurre en los castells, establece las leyes y el orden para la construcción. Las formas resultantes de los castells nos recuerdan ciertas construcciones arquitectónicas de relevancia (figuras 3 y 4) así como uno de los elementos ornamentales más característicos del gótico: el rosetón.
Esta unión entre la arquitectura y las construcciones castelleres fijada la fijan en las personas, que son las responsables de convertir en arte sus cuerpos, equivalentes al material arquitectónico.