Lourdes Carrascón
Profesora asociada de la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología de la URV
Las colles castelleres están realizando una excelente labor de comunicación para motivar a los miembros y lograr la máxima asistencia posible a los ensayos o para afrontar los grandes retos de las fiestas más importantes del calendario. Esta labor comunicativa también debe ser transmitida de la mejor manera por las personas que están al frente de la entidad, especialmente los caps de colla (líder de colla). Es habitual observar un respetuoso silencio cuando lanzan sus mensajes durante un ensayo o una actuación.
Desde que íbamos a la escuela tenemos claros los elementos básicos que participan en la comunicación: emisor, receptor, mensaje y canal. En el mundo casteller, el mensaje debe llegar a toda la colla, desde que se trabaja durante el ensayo hasta que se llega a la plaza e incluso cuando se descarga el castell. ¿Pero se debe hablar a todas las personas de la misma manera? ¿Cuándo y cómo se debe realizar todo este proceso?
Conseguir que el mensaje llegue de manera clara y comprensible y que tenga resultados no es en absoluto trabajo de un solo día; es un trabajo de temporada. Al igual que se ensaya la estructura y se colocan las diferentes piezas en un castell (y se repite este ejercicio decenas de veces), también es necesario trabajar para proporcionar herramientas que ayuden a evaluar, controlar y comunicar situaciones potencialmente delicadas y de tensión, y así evitar en la medida de lo posible los conflictos derivados de la tensión que puede acompañar a un día tan importante.
Asimismo, es fundamental saber el grado de las palabras y cuáles se deben utilizar. No se comunica lo mismo ni con la misma intensidad en una diada castellera al comienzo de la temporada que en una diada de fiesta mayor (la más importante del calendario de cada colla) o en el Concurs de Castells. Además de la intensidad en la actuación, se requiere un lenguaje más concreto, motivador y breve. Por eso, el cap de colla debe conocer muy bien a sus integrantes, saber qué los motiva, qué les ayuda, qué les interesa y qué no les gusta en momentos determinados. Todos saben qué deben hacer, cuándo y cómo, y por lo tanto, en ciertos momentos incluso el silencio es el mejor mensaje porque hay confianza en el trabajo que se debe realizar.
Sin embargo, faltan aspectos importantes que se deben implementar en el mundo casteller, por ejemplo, reconstruir un diccionario casteller en el que no haya palabras limitantes ni obligaciones. Son dos partes de un mismo diccionario: una dedicada a la gente adulta del castell y otra, con un lenguaje más suave y sin presión, dirigida a la canalla (niños y niñas), la cima del castell. Al igual que si hacemos una tarta no colocamos la guinda de cualquier manera sobre la nata montada, sino que lo hacemos con delicadeza, lo mismo se debe hacer con un castell.
La piña (base) y el tronc (tronco) son los primeros en recibir el mensaje y lo hacen de forma directa. Saben qué deben hacer y tienen instrucciones claras, directas, concisas, con fuerza y motivadoras. Son las personas adultas y son competitivas consigo mismas. Incluso, en algunos casos, saben que hay competencia con otras collas.
¿Qué se debe evitar en la comunicación? No es lo mismo lo que se comunica en la plaza que lo que se comunica en los ensayos. Como decíamos, es un trabajo de temporada y se puede ir construyendo un diálogo comprensible en el que se recuerde a cada integrante cómo se debe situar correctamente (por ejemplo, con la cuadratura de los bajos), cómo se debe agarrar al compañero con expresiones o palabras como «bien hecho», «perfecto» o «vamos bien». El cerebro necesita saber que lo está logrando, que avanza y que todo lo que hace es positivo y no lo lleva al peligro. Así se refuerza el trabajo realizado y la confianza. Se debe evitar desmotivar con frases como «¡No!» «¡Mal!», «¡Así no avanzamos!» «¡Fatal!» y alguna otra palabra que denote falta de voluntad, porque el mensaje se interpreta como un ataque y ese ataque tiene respuesta: la persona puede enojarse o discutir y, por lo tanto, no participar en el cambio que se propone. El desconocimiento es parte del aprendizaje y se debe hacer un buen aprendizaje o desaprender cosas para mejorar otras nuevas. Si no basamos los cambios en estructuras que se puedan entender, el cerebro no los modificará.
¿Y qué pasa con el remate de arriba? Todos sabemos que si la canalla no sube, no hay castell. Se debe modificar este discurso. Cuando en un pastel colocamos la cereza sobre la nata batida y no queremos que caiga, lo hacemos de manera tranquila, segura, con confianza, delicadamente. Por eso, en los castells se debe lanzar a los niños y niñas un mensaje con palabras que no transmitan tensión, miedos, prisas ni limitaciones, que harían caer la cereza o los toppings del pastel.
Ese miedo, la tensión o los nervios son altamente contagiosos. Todo esto es una defensa automática que indica peligro no percibido y, por lo tanto, implica aumentar la atención. Se debe evitar, especialmente en la canalla. Se debe evitar mostrar tensión. Se debe estar activo, pero sin nerviosismo. Transmitir y proyectar el recuerdo, transmitir la sensación de hacer el mejor ensayo y querer repetirlo es el mejor mensaje para ellos, porque el remate de arriba es la parte más delicada del castell y nadie quiere que caiga.